miércoles, 3 de febrero de 2010

chayo-costructivismo


MAPAS COGNITIVOS. QUÉ SON Y CÓMO EXPLORARLOS.Constancio de Castro Aguirre
Este pretende ser un trabajo de doble propósito: de esclarecimiento conceptual primero y de allanamiento de métodos después para realizar una exploración. Primero vamos a exponer el abundante, a veces excesivo, uso de la denominación "mapas cognitivos" y trataremos de delimitar una noción precisa. Limpiaremos de hojarasca el ámbito del concepto para quedarnos con la estructura desnuda y recia. Después introduciremos al lector en una búsqueda de datos adecuados para que él por sí mismo lleve a cabo la exploración empírica oportuna y pueda felizmente arribar a un mapa cognitivo de su propio entorno urbano.
I. ¿Qué son o en qué consisten los mapas cognitivos?
El actual despliegue de investigación en torno a los mapas cognitivos, como veremos, está en manos de gente muy diversa, entre los que no abundan los geógrafos. Abunda más gente de areas tales como Inteligencia Artificial o Psicología Cognitiva y de vez en cuando asoman los geógrafos. Ante tantas coincidencias de interés resulta obvio preguntarse qué pueden tener en común todos ellos. Quizás, aproximando una respuesta, podemos vislumbrar una preocupación por acercarse a situaciones reales del vivir cotidiano, rompiendo las estrecheces del laboratorio ficticio. Un lugar común de interés podría ser efectivamente el de entender cómo nuestra mente nos guía en esa parcela del vivir cotidiano que resultan ser los desplazamientos urbanos. Huyendo de las afirmaciones gratuitas le vamos a mostrar al lector evidencias de lo que afirmamos. Por ejemplo, en 1996 se publica el siguiente título The Construction of Cognitive Maps (Juval Portugali, ed., Kluwer, Dordrecht, Netherlands, 1996). El compilador es un profesor de Geografía en la Universidad de Tel Aviv quien ha reunido el trabajo de 24 colaboradores; de ellos ocho geógrafos, es decir, la tercera parte. Una preocupación recorre el espinazo de toda la obra, a saber, cómo manejamos la información espacial en la resolución de los desplazamientos. A manera de digresión apuntemos una cuestión que brota ante tal acontecimiento editorial. Se nos ocurre que un libro como éste es muy difícil que se produzca en nuestro ámbito hispanohablante. De hecho hace ya bastantes años que, en lo que respecta a estos temas, vivimos los hispanohablantes de prestado. Pero lo que parece más llamativo es que el distanciamiento se profundiza con los años de manera acelerada. En los años 70 y 80 era hasta cierto punto asequible la iniciativa de los temas perceptuales para los geógrafos españoles. En el día de hoy se ha abierto una brecha de incomunicación de tal magnitud que me temo hayamos perdido usos conceptuales y vocabularios comunes con la proa de los investigadores.
Entran en escena los mapas mentales
En 1966 Peter Gould, geógrafo en la Universidad del Estado de Pennsylvania, sorprendió al mundo entero con su hallazgo de los mapas mentales (On Mental Maps; Michigan InterUniversity Community of Mathematical Geographers, 1966) Se extendió el hallazgo por los ambitos anglosajones de la geografía como lo atestigua la inmediata publicación en Penguin de Mental Maps (P. Gould & R. White, 1974). Esta publicación, para la que Peter Gould se asocia con un joven geógrafo de origen canadiense y que realiza su tesis doctoral en Bristol, difunde datos obtenidos en el Reino Unido. Veamos cómo se extiende el mismo procedimiento de representación utilizado sobre el mapa de Estados Unidos al mapa del Reino Unido. Se trata de una técnica de isolineas, la misma que estamos acostumbrados a ver en un mapa de temperaturas o de presiones atmosféricas. Sobre el dibujo que representa el espacio norteamericano o británico se superponen unas isolineas que en este caso no conllevan valores de temperatura o presión atmosférica sino valores de preferencia puestos de manifiesto por algún grupo de ciudadanos. La onda expansiva de estas novedades no tarda en llegar a nuestras fronteras. Pronto asimilamos la técnica y en consecuencia aparecen en nuestro suelo estudios sobre preferencias geográficas y representaciones del mismo tenor que los referidos (J. Estébanez, Problemas de interpretación y valoración de los mapas mentales; Anales de Geografía de la Universidad Complutense, 1981, 15-40). En realidad, como veremos después, este primer lanzamiento de los mapas mentales constituye un mal antecedente que ha entorpecido la posterior evolución de la geografía perceptual y cognitiva. Las investigaciones actuales, que buscan perfilar el mapa cognitivo del espacio urbano en que nos movemos, no son tan sencillas como pudieran sugerir los mapas de isolineas preferenciales; más bien al contrario, vienen acompañadas de un utillaje extremadamente elaborado. Al geógrafo español le cuesta asimilar una tarea que rebasa sus habituales rutinas de trabajo. Nos hacemos por tanto a la idea de que vamos a emprender un camino erizado de dificultades. La primera dificultad es terminológica; se hace necesario depurar los usos terminológicos que han proliferado con un exceso de libertad y ambigüedad.
La percepción como retaguardia del comportamiento
Cuando irrumpe sobre la geografía el gran movimiento de Percepción y Comportamiento Ambiental, de profunda raiz norteamericana, se va a producir un deslizamiento de la noción de mapas mentales a la noción de mapas cognitivos. A partir del lanzamiento de un pequeño cuaderno de investigaciones en la Universidad de Chicago encabezadas por David Lowenthal (Environmental Perception and Behavior; University of Chicago, Dept of Geography, Research Paper nº 10, 1967) la corriente tomará un incremento muy apreciable a lo largo de toda la década del 70. Se produce un alud de trabajos bajo la invocación de mapas cognitivos según cabe rastrear de las reseñas anuales que la revista Professional Geographer efectúa acerca de tesis y disertaciones celebradas en Universidades norteamericanas. Tambien es digno de señalarse que el mapa cognitivo comienza a ser un tópico irrenunciable en los manuales y textos escolares introductorios y de ningún modo es desdeñable que la British Open University lo incluya dentro de su curriculum.
Por supuesto el mapa cognitivo ha tenido un mal antecedente en los mapas mentales, tal como señalábamos más arriba. El mapa cognitivo alude a un mapa dentro de la mente, cosa que no lo hacía el mapa mental. El mapa mental utilizaba el material consuetudinario de mapas de un pais con la inclusión de regiones o provincias. Estas, las distintas regiones, se constituían en objeto de preferencia y recibían en consecuencia un mayor o menor espaldarazo de parte del público encuestado. El espaldarazo otorgado se traducía finalmente a isolineas. El mapa de isolineas dista mucho de ser un mapa dentro de la mente. Es decir, el mapa cognitivo alude a una interioridad mental y quiere reflejarlo de una manera fidedigna. Veamos este planteamiento trasladado a una situación real. Pensemos por un momento en ese hombre común que diariamente se desplaza en un ámbito urbano. Todos los días realiza desplazamientos de ida y vuelta habituales, repetitivos; de vez en cuando también acomete algún que otro desplazamiento menos habitual. Nos interesan sobre todo los desplazamientos peatonales por su espontaneidad de iniciativas en adoptar recorridos. Observémosle al individuo cuando acude peatonalmente a una cita. Nos llama la atención su seguridad. Es un individuo que se conoce la ciudad; por lo menos conoce bien ese ámbito que le es familiar. Dentro de ese ámbito podría incluso acudir a múltiples citas realizando recorridos muy distintos. Preguntémonos ahora ¿es que tiene un plano urbano grabado en su mente? Nos sorprenderá el hecho de que nunca haya manejado un plano de la ciudad dentro de ese ámbito de familiaridad. Es más, si le mostramos un plano es posible que tenga dificultades en manejarlo correctamente. ¿Qué es lo que guarda en su mente que le conduce tan certeramente a cualquier punto de cita? Pues bien, eso que desconocemos por el momento qué forma y estructura adopta en la memoria, es lo que llamamos un mapa cognitivo. La situación descrita no puede ser más común; refleja un hecho cotidiano que le acontece al habitante urbano en cualquier ciudad del mundo.
El nuevo impulso que recibe la geografía se traduce en tomar nota pormenorizada y registrar los comportamientos en el espacio urbano. Por supuesto no se trata de detenerse en una mera descripción de los comportamientos. Estos mantienen un doble juego: por un lado obedecen a una plataforma perceptual que los inspira y por otro contribuyen en un proceso de retroalimentación a robustecer el esquema perceptual. Es lo que se constata en la publicación que compilaron Kevin Cox y Reg Golledge (Behavioral Problems in Geography Revisited; Methuen, New York, 1981). El mérito principal de este volumen, que recoge la riada de iniciativas en la década del 70, reside en su carácter de anuncio y anticipación. A través de sus páginas se atisba sin duda algo que va a ser un fenómeno inundatorio en nuestros días, a saber, la explosión de las ciencias cognitivas. Hoy los mapas cognitivos plantean cómo se engendra en la interioridad mental la representación del mundo exterior. Acudiendo al hombre común de la calle, tal como lo hemos descrito en párrafos anteriores, nos preguntamos cómo surge y qué estructura adopta su representación cognitiva del ámbito urbano cotidiano.
En los días que corren, como puede evidenciarse por la publicación de J. Portugali (Kluwer, 1996), la problemática de los mapas cognitivos sigue viva. Hemos afirmado en párrafos anteriores que los estudiosos dedicados a los mapas cognitivos son de múltiples procedencias; hemos aludido expresamente al campo de la Inteligencia Artificial y de la Psicología Cognitiva además de la Geografía. Esto nos conduce irremediablemente a ver en el paisaje del concepto una infinita policromía de disciplinas. Hoy son además de los geógrafos, los planificadores y arquitectos urbanistas, los sociólogos urbanos, los antropólogos, los hombres de marketing, los neurólogos, los científicos cognitivos, los psicólogos ambientales quienes se interesan por los mapas cognitivos y nos dejan en innumerables escritos sus matices y su enfoque sobre el concepto.
Desentrañando el contenido geográfico de los mapas cognitivos
En estas páginas dirigidas a geógrafos vamos a atenernos a un criterio de observación, tal como se practica en los trabajos de campo. Desvelaremos por tanto en el concepto de mapa cognitivo una hipótesis que brota ante la observación: si observamos que el hombre común de la ciudad se desplaza con seguridad desde un punto considerado como origen a un punto establecido como destino y si esta observación se repite en múltiples desplazamientos, ello nos da pie a adoptar la hipótesis de que posee un conocimiento espacial interiorizado. En otras palabras decimos que el mapa cognitivo es o consiste en un dispositivo mental que nos orienta a diario en nuestra navegación urbana. Aclararemos el uso de algunos términos en esta definición. Decimos "dispositivo mental" indicando con ello un cúmulo de información espacial acerca del medio que nos permite resolver problemas espaciales cotidianos. ¿Cuáles son esos problemas? Ni más ni menos los que se nos plantean cada vez que se nos fija una cita o decidimos acudir al dentista, al médico etc; ello implica que hemos de realizar un desplazamiento, es decir, debemos movernos en una u otra dirección para llegar al punto deseado. La palabra clave es aquí "orientación". A partir de un punto cualquiera en que nos encontramos adoptamos una orientación determinada. Usamos también el término "navegación" para indicar que nuestros movimientos en el espacio urbano han de tomar un determinado rumbo, porque nos movemos con la idea de llegar a un determinado lugar. Al adoptar esta definición ahuyentamos ambiguedades tales como las que se producen ante el uso indiscriminado de "mapa cognitivo", "mapa mental", "esquema mental", "imagen mental", etc
El uso del vocablo "mapa", cuando hablamos de mapas cognitivos, es quizá fuente de equívocos. En la definición que más arriba hemos adoptado hablábamos de un "dispositivo mental" entendido a la manera de un cúmulo de información. Existen distintas significaciones que podemos dar al vocablo "mapa" y que resumimos a continuación. Nos dejamos guiar en este sendero de precisiones por una publicación reciente del Journal of Environmental Psychology (Robert M. Kitchin, Cognitive Maps: What Are They and Why Study Them?; Journal of Environmental Psychology, 1994, 14, pags. 1-19). Del conjunto de interpretaciones adoptadas en esta publicación nos permitimos presentar una síntesis en las dos categorías siguientes:
Se alude explicitamente a un mapa cartográfico Se alude a una construcción hipotética
La primera interpretación fue sugerida por el trabajo de neurólogos tales como J. O'Keefe y J. Nadel (The Hipocampus as a Cognitive Map; Oxford, Clarendom Press, 1978). En las pags. 62-101 puede encontrar el lector una abundante argumentación a favor de esta vía interpretativa. Una región de nuestro cerebro, conocida como hipocampo, se constituye en sede de nuestras percepciones espaciales. Los psicólogos que han trabajado en la percepción espacial lo han hecho tradicionalmente en diseños de laboratorio. De esta manera introducían objetos en el campo visual, sometían estos objetos a rotaciones diversas, etc para estudiar las correspondencias de la imagen visual con el objeto. Los autores aquí citados asumían que, al igual que ocurre con objetos aislados, también el entorno espacial en que nos movemos queda reflejado en sus tres dimensiones en una imagen visual. En todas estas operaciones mentales el hipocampo es responsable de las imágenes espaciales.
La segunda vía interpretativa recoge las restantes versiones las cuales en definitiva asumen un papel analógico o metafórico del mapa cognitivo; cabe incluso aquí la versión según la cual el término "mapa" es utilizado para apoyar una construcción hipotética que nace para explicar algunos hechos de observación, como vamos a ver. El tema que nos ocupa, el de la captación perceptual de un entorno ambiental, trasciende a la percepción de objetos aislados. Es así como nace un nuevo concepto de percepción espacial al considerar que ese entorno se capta en visiones sucesivas, las cuales se van empalmando en la medida en que nos desplazamos a través del susodicho entorno. Es decir no existe una captación global del entorno como sucede con objetos aislados. En otras palabras, cuanto percibimos a través de un desplazamiento no se resuelve en una visión panorámica del conjunto de percepciones sino en una operación integradora de las percepciones a través del tiempo. ¿Qué significa "integradora"? Si nos trasladamos nuevamente al peatón urbano, el recorrido que éste efectúa para alcanzar una meta o punto de llegada no sería posible si no asumiésemos la posesión de una información concerniente al entorno en que se desplaza. Ahora bien, esa información no se posee a la manera de un plano como quien domina todo el escenario de los recorridos a vista de pájaro. En el desplazamiento se manejan unos hitos orientativos (los landmarcks de los que hablaba Lynch). Estos puntos se van empalmando mediante recorridos configurando una sucesión y todos ellos reunidos dan como producto el desplazamiento. En eso consiste la "integración" de los hitos orientativos, a saber, en ser sucesivamente conectados mediante recorridos. De ahí que tenga importancia distinguir entre percibir objetos aislados o percibir un entorno urbano; es más, la misma distinción puede trazarse entre percibir un entorno que se domina en un golpe de vista (una habitación) o percibir el entorno urbano que constituye el escenario de un desplazamiento. Esta distinción conduce a muchos investigadores a hablar de espacios en micro o macro escala. El uso del término escala no alude al uso habitual en la cartografía; en este caso más bien se refiere al mecanismo de percibir puesto en juego. El mecanismo consiste en manejar un golpe de vista (espacio en micro escala) o por el contrario en manejar visiones que se van empalmando en una sucesión temporal (espacio en macro escala).
Queda por tanto descartada la interpretación literal de la voz "mapa" cuando hablamos de mapa cognitivo. El mapa cognitivo es o consiste en información espacial, pero de ningún modo se trata de una información desplegada sobre un plano. Es información que guía al peatón urbano pero no es una información gráficamente dibujada. Es información que sirve a su poseedor para la resolución de múltiples problemas espaciales; por consiguiente es una información que posibilita la adopción de múltiples orientaciones en un entorno urbano. Esa información, que tiene su asiento en la mente, genera y establece relaciones en el espacio en que nos movemos y por ello recibe la denominación de "mapa cognitivo". Como lectura ilustrativa recomendamos B. Kuipers, The "Map in the Head" Metaphor (Environment and Behavior; 1982, 14, pags. 202-220)
II. La exploración de los mapas cognitivos. Fundamentos para iniciar una búsqueda de datos
El mapa cognitivo se nos plantea a partir de aquí a la manera de una búsqueda geográfica. Nos lanzamos al trabajo de campo, es decir, a la búsqueda de datos. Después vendrá la representación. Por lo que se ha dicho en las páginas precedentes, una cosa ha debido de quedar clara: el territorio que investigamos pertenece al reino mental del habitante urbano. El entorno urbano adquiere esa rara doblez, según la cual mantiene su presencia arquitectónica y a la vez se instala en la interioridad mental. Más que de un territorio propiamente dicho lo que buscamos es cómo se configura la información sobre el territorio. Esa información no está a la vista y se esconde entre los innumerables pliegues de unos archivos mentales. La gran pregunta que se nos viene encima, cuando intentamos romper la caparazón de los mapas cognitivos, es precisamente ¿cómo vamos a acceder a un archivo mental?
Sobre la importancia del mapa cognitivo no vamos a extendernos. El geógrafo siempre ha vivido de las observaciones que encontraba a su paso por la tierra. Tenia un sometimiento absoluto a lo que pudieran ver sus ojos y en la representación buscaba un dibujo visual que reprodujera los objetos vistos; así es como nacían los mapas y los planos como una reproducción que en su máxima expresión se acercara a la fotografía. Ahora le venimos a decir a ese mismo geógrafo que nos explique la conducta espacial de la gente. Y si nos situamos en el medio urbano, que es el regazo territorial de las mayorías, le pedimos que nos explique cómo es la visión mental que tiene la gente para andar y desenvolverse con seguridad en el medio urbano. Esa visión mental poco tiene que ver con la fotografía; ni siquiera nos sirve como explicación el plano urbano porque sospechamos, más aún, sabemos con certeza que el plano urbano no es la guía mental que utiliza el habitante

construyendo mi aprendizaje


Una herramienta muy importante con la que contamos los docentes para que nuestros alumnos construyan su propio aprendizaje son los mapas cognitivos ejemplo de ellos son: el de escalera, el comparativo, el de telaraña, el de lluvia, de espiral y otros muchos más. ¿ Cómo los podemos utilizar con nuestros alumnos? Bueno, los contenidos informativos de las asignaturas son muy extenas y la forma en que se los presentan no son muy atractivos ni faciles de aimilar; asi que le recomiendo que primero les enseñe como hacerlos deacuerdo a la información de cada tema; y se dará cuenta que les agrada hacerlos e incluso como proponen algunos otros de su propia autoria.